Cuando crecí, Halloween era la noche más mágica del año. Te disfrazas, decoras las casas con telas de araña y, lo mejor de todo, pides dulces. No hay mayor alegría que recolectar dulces de todos los habitantes del vecindario y descubrir cuáles tienen hojas de afeitar. Como adulto amante de Halloween y local local, me he encargado de asegurarme de que los niños tengan la misma experiencia que yo. Sin embargo, lamentablemente cada año me resulta más difícil colocarme las hojas de afeitar.
No lo entiendo. Solía ser muy sencillo desenvolver una barra de chocolate, vaciar el turrón, insertar la cuchilla y volver a envolverla. Ahora las cosas son diferentes. Puedes agradecer a la reducción de inflación por eso.
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Los dulces se vuelven gradualmente más pequeños cada año para que no lo notes. Mientras tanto, las hojas de afeitar siguen siendo del mismo tamaño. Anoche intenté poner uno en un Snickers Bar y sobresalió. De ninguna manera eso pasará las inspecciones de sus padres. Como miembro del Dollar Shave Club, les pedí hojas más pequeñas y de “tamaño divertido”, pero no me ofrecieron ayuda. Antes no era así. Cuando comencé a poner navajas en dulces, un Snickers podía contener dos o tres.
Por supuesto, siempre existe la buena idea: “¿Por qué Nestlé no fabrica dulces con las hojas de afeitar dentro?” La respuesta es un rotundo NO, ya que manipular los dulces es la mayor parte de la diversión. ¿Comprarías huevos para Pascua que ya estén teñidos? ¿Comprarías un árbol de Navidad con los adornos ya colgados?
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Nunca olvidaré mi Halloween en tercer grado cuando uno de mis vecinos le dio a cada niño una caja grande de Milk Duds. Cuando metí la mano para alcanzar uno, una trampa para ratones me atrapó los dedos. Ya no puedes crear recuerdos así. Si hubiera podido descubrir qué casa hizo eso, localizaría a ese vecino y le estrecharía la mano con mis dedos todavía llenos de cicatrices. Por supuesto, también fue muy divertido conseguir las navajas de afeitar. Cuando mi hermano y yo los escupíamos como huesos de cereza. En noviembre comenzaríamos a pegarlos para hacer centros de mesa de Acción de Gracias.
La cuestión es que debemos dejar de permitir que las corporaciones de dulces nos arrebaten nuestra tradición clásica. Hablo esto por los niños, los padres y todos los bichos raros que hay.
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